Orígenes del barrio
Historia
La Prosperidad, la “Prospe” para los castizos, es un barrio de Madrid perteneciente al
distrito de Chamartín, situado en la zona noreste, colindante con el distrito
de Salamanca. Sus límites son: al oeste la calle Príncipe de Vergara, al sur:
la calle María de Molina y la Avenida de América, al este: la M-30 y al norte:
la calle de López de Hoyos.
En 1862, fecha de su origen, la barriada de la
Prosperidad estaba compuesta por tierras de secano poco productivas,
atravesadas por caminos de herradura, casas de labor y algunos ventorros
(conjunto de casas situadas en caminos o despoblados). Desde que surgió en la
periferia de Madrid, el barrio ha ido creciendo en tamaño y en habitantes de
manera constante. En 1898 se integró al distrito de Buenavista y desde 1955
forma parte del distrito de Chamartín.
En la segunda mitad del siglo XIX Madrid era grande
para entrar en el perímetro que la limitaba, constituido por la vieja tapia que
Felipe IV mandara construir en 1625. Por este motivo, el 19 de julio de 1860 se
aprobaba el Anteproyecto del Ensanche de Madrid para aumentar el espacio urbano
de la capital, derribando la antigua cerca. El nuevo perímetro fue delimitado
por medio de una zanja o foso que daría lugar a las "Rondas" y que en
la actualidad coincide con la avenida de la Reina Victoria, y las calles Raimundo
Fernández Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvera y Doctor Ezquerdo.
Al otro lado del Ensanche y de las "Rondas"
había una periferia alejada de la urbe compuesta por pequeños núcleos de
población que serían el germen de futuros barrios. Estos suburbios, sin ninguna
planificación urbanística se fueron poblando por la continua inmigración que
acudía a Madrid en busca de un futuro mejor.
La “Prospe” nació en diciembre de 1862, día que se
registraban en una notaría de Madrid las dos primeras parcelas dispuestas para
la construcción de viviendas. El vendedor, el francés Próspero Soynard
(de ahí el futuro nombre del barrio), era un "propietario" de
profesión, rentista e inversor, que había adquirido cinco fanegas de suelo
agrícola al sur del camino de Hortaleza y que estaba dividiendo su propiedad en
pequeñas parcelas para venderlas. A partir de 1862, la sucesiva parcelación y
venta de los terrenos circundantes por sus propietarios fue dotando al
incipiente caserío de un importante número de viviendas
A mediados del siglo XIX, el ingeniero Carlos María de
Castro presenta su “Anteproyecto para el Ensanche de Madrid”, en el que
se contemplaba la expansión urbanística de Madrid. Los propietarios y los
promotores querían beneficios seguros, lo que produjo una clara actividad
especulativa que acarreó un exagerado aumento del valor del suelo. Por lo
tanto, las clases sociales más modestas se vieron incapaces de afrontar los
gastos y las plusvalías que les originaría vivir en el Ensanche. En el camino
de Hortaleza, a cuyos lados se extendían pequeñas huertas y campos de trigo,
próximos al arroyo del Abroñigal, había tierras propiedad de miembros de la
aristocracia, donde estaban los llamados terrenos de Pradillo, en los que se
abrió la calle del mismo nombre, así como las de San Ernesto, en la que se
encontraba una pequeña finca conocida como Villa Rosa, Marcenado, nombres de
propietarios de las tierras. Más alejado, junto al cauce del Abroñigal, estaban
las huertas del Conde de Villa Padierna, donde se construiría la Colonia
Ibarrondo ya desaparecida. Era este el final de Madrid. Cruzado el arroyo
Abroñigal se entraba en el término municipal de Canillas, donde se abría el
conocido Ventorro del Chaleco, parada habitual de la zona, en la que
entremezcla la realidad con historias y leyendas. El
Chaleco era amigo de Luis Candelas. Si Candelas se guareció de sus
persecuciones en el Ventorro del Chaleco, nada se sabe; en cambio, quedan
testimonios de que fue escenario de conspiraciones y aun depósito de armas....
Testimonios escritos, porque del antiguo cubil sólo se advierten unas paredes
encaladas y la mugre de un letrero que debió anunciar su menester de taberna.
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