RECUERDOS DE MI NIÑEZ

Queridos nietos. Quiero llevaros de la mano a un tiempo lejano, a un mundo que quizás os parezca ajeno, pero que una vez fue mi patio de juegos y el escenario de mis primeras aventuras. Un mundo sin pantallas luminosas, sin juguetes de colores en estanterías de tiendas, sin mando a distancia ni sonidos electrónicos y fundamentalmente sin móviles. Un mundo donde la imaginación era la llave que abría todas las puertas, y donde un simple trozo de madera, una chapa de cerveza o un hueso de carnero se transformaban en tesoros que nos brindaban horas de felicidad. Vosotros habéis crecido rodeados de comodidades, con todo al alcance de un clic, con juegos diseñados para captar vuestra atención y sostenerla con luces y sonidos. Pero permitidme contaros cómo era ser niño en un tiempo en que los juguetes no se compraban, sino que nacían de nuestras manos y de nuestra creatividad. Corrían los años de la posguerra, tiempos duros en los que la vida no se medía en lujos, sino en esfuerzos y ...